INTRODUCCION
Hablar de educación es como guardar el equilibrio sobre la
frágil y delicada superficie velada que cubre la fosa más profunda de nuestra
ignorancia humana. Educar es tan delicado como definir la educación. Se pretende pero no se comprende cómo debería ser la educación
alternativa esperada.
Nuestros jóvenes exigen mejorarla, sin exigirse a si mismos
su propia mejoría. Piden excelencia en los procesos imprecisos de ignoradas
estructuras imaginarias. Se formulan peticiones de educación integral sin
conocer qué es lo que integra. Acumulan múltiples exigencias para una sola
misión, la de educar. Y ¿qué es educar? ¿Es acaso hacer al joven igual al
prototipo social de ciertas características acostumbradas, o, es hacerlo
similar al Prototipo Humano de su Naturaleza Original?
Estereotipos sociales existen tantos como diferencias en
costumbres o medio ambientes; desde el prototipo social del hombre de las
cavernas, hasta el prototipo social del exitoso emprendedor contemporáneo,
pasando por los idealizados ficticios o artificios derivados de los ideales
filosóficos y mitológicos de cada
cultura o generación.
Educar al hombre de acuerdo con los estereotipos sociales no
ha sido suficiente para realizar al ser humano indiscutible, autentico, o
veraz. Ninguna cultura, tradición o generación, ofrece el prototipo del biotipo
humano natural ejemplar, modelo de
persona educada en consecuencia con su verdadero potencial humano maduro.
Incluso, podríamos afirmar sin temor a equivocarnos, que ninguna cultura,
antigua o contemporánea, ha ofrecido claridad alguna sobre el potencial humano
de sus capacidades. Ni los psicólogos, sociólogos, filósofos, psiquiatras,
biólogos o religiosos se ponen de acuerdo en cuales son las capacidades humanas
y las habilidades naturales de la especie.
Sin el autentico modelo de persona educada, difícilmente
podremos orientar la educación, en la verdadera construcción normal del ser
humano decente. Estamos pretendiendo ajustar el diámetro de una circunferencia
de la que ignoramos cual es su longitud. El hombre normal es el maduro normado y ¿cual es la norma de
educación, las regulaciones y deberes que maduran al humano y que no perjudican
nunca a nadie? Sin duda es sola y exclusivamente una: “responder siempre, libre
y voluntariamente, al cumplimiento de la máxima necesidad válida para Todo.
Aquel que beneficia siempre a Todo, no perjudica nunca a nadie”. Quien cumple
el máximo deber, no debe nada.
A pesar, de ser esta la ley que garantiza la normalización
natural humana, unos creen que la educación se realiza en escuelas públicas o
privadas y reclaman porque consideran que si lucran o no lucran, es una mejor
que la otra. Otros creen que se educa en la familia y reclaman porque
consideran que un tipo de familia monoparental o pluriparental, de unión libre,
civil o religiosa, es una mejor o peor que la otra, pero, poner la educación en
términos de mejor o peor por cantidad, o por decisión acorde con el fragmento
de moda no es definir el estándar educativo.
Si se espera a un educado individual y colectivamente,
debemos determinar y precisar con extrema claridad, en qué consiste -lo
educado- que responda a las necesidades humanas y qué deberes ha de cumplir y
respetar para integrarse y responder a las necesidades sociales.
La educación, supuestamente aumenta la calidad de vida y
mejora el ordenamiento natural. Mejorar el ordenamiento natural no significa
talar bosques para crear campos de golf artificiales, a pesar de que
socialmente se presuma de ser estos, significativos de una elevada clase social.
Ni tampoco se supone sea de buena educación el asfaltar superficies de cultivo
con rascacielos de hormigón armado, o eliminar los animales salvajes por ser
salvajes, cuando ser salvaje es lo más sagrado y natural que existe. ¿Cuál ha
de ser entonces la naturaleza del aprendizaje en la educación?
De eso nos vamos a encargar a fondo en este ensayo, pero, lo
que el mercado contemporáneo nos ofrece es un tipo de orientación competitiva,
en donde la nota califica y clasifica la calidad del aprendiz. Hoy, si eres un
7 o un 4 eres distinto del otro, al ser distinto eres automáticamente, mejor o
peor. Mejor puntaje posiciona al alumno en mejor situación social, es mejor
visto, más estimado y respetado que el otro. El mayor de los problemas de la
educación, aparece cuando el mapa también esta desorientado. El individuo
adquiere el beneficio de la costumbre por sobre el de su Naturaleza.
Cuando se inserta en las costumbres, el individuo es
catalogado “bueno, natural y normal”, aunque no comprenda ni una pizca de la
naturaleza que determina lo que es definitivamente humano y ni una pizca, de lo
que significa bueno, natural y normal.
La verdad está
siempre presente para aquél que se hace
consciente en el reconocimiento de la misma. Humano, es un concepto y como tal,
debe contener significado. El significado de un concepto es la razón que
justifica su existencia, acción y multiplicación, en otras palabras, el
significado de un concepto debe justificar la razón de su origen, identidad y
propósito. Por lo tanto, el concepto humano, ha de justificarse en la razón que
determine al origen humano, a la identidad humana y al propósito del humano.
Ese significado sería la justificación del ser humano. El sentido u orientación
en la educación, debería ser por sobre el aprendizaje de los artificios técnicos, excelencias académicas, o puntajes
nacionales, el encuentro con la verdadera significación humana.
Si un niño se niega a ser evaluado por un docente en
materias técnicas, porque prefiere ser validado por sus padres en la moral de
los vínculos afectivos, o en el respeto por la ética de sus relaciones, y por
su confianza en la lealtad al compromiso de la unidad familiar. Ese niño
vinculado con sus padres, que en la prueba docente carece de información de
matemáticas, ciencia o geografía, ¿sería justo que el docente que lo evalúe, lo
considere ignorante por no responder a su prueba?
¿Cuál sería más ignorante, el niño que conoce muchas
operaciones matemáticas o el que
responde responsablemente al cumplimiento del máximo deber necesario para la
unidad familiar? ¿Qué joven sería más ignorante ante la Naturaleza Humana, el
joven que conoce las leyes de gravitación, las de inercia y termodinámica, o
el que reconoce y responde a las Normas
de la Naturaleza Humana? ¿Qué es más importante coleccionar aventuras o las
experiencias acertadas y adecuadas con el Ordenamiento Natural? Imaginemos un
inteligente insociable, o un insufrible irresponsable con excelencia académica.
¿Sería preferible la excelencia académica por sobre la responsabilidad? Una
cosa es conocer la ley y otra muy distinta es ser legal.
Hay quienes piensan que las necesidades humanas son
productos del deseo individual de cada uno. Y en esa afirmación justifican las
diferencias que manifiestan frente al cumplimiento de las mismas. Si las
necesidades humanas fueran individuales, viviríamos más y comeríamos menos,
viajaríamos más y dormiríamos menos, estaríamos felices y satisfechos con la
individualidad de nuestra soledad y consecuentemente eliminaríamos la
dependencia del complemento filio-paternal o fraterno-conyugal, porque, esa
necesidad de entablar vínculos, no sería necesaria, sería solo un deseo. Pero
no son un deseo, son un deber. Nos debemos al padre para ser hijos, a la
hermana para ser hermano, a la esposa
para ser marido y a los hijos para ser padres. O ¿alguno de ustedes piensa
lo contrario?
Imaginemos que el ser humano por naturaleza es libre,
autónomo y responsable y que dispone de un proceso de desarrollo en cuyos
estratos, existen momentos sensibles a necesidades humanas que deben ser
satisfechas y que solo decidiéndose a voluntad por el compromiso de
descubrirlas y realizarlas, el humano se realiza y se establece libre en ellas.
Descubriéndolas él mismo, se realiza autónomo y al cumplir responsablemente su
realización se establece responsable. Supuestamente, este ejercicio, madura al
ser humano en toda su dimensión afectiva, cognoscitiva y natural. Imaginemos
ahora, que en lugar de realizase libre, autónomo y responsablemente humano, el
individuo decide realizarse carpintero. ¿Podría ese carpintero decirse
realizado naturalmente libre, autónomo y responsable porque eligió profesión, la descubrió por si solo y la
realizó con su propio esfuerzo? ¿Qué es humano y qué es carpintero? Si pensamos
que son la misma cosa, entonces propongamos al carpintero como modelo
estereotipo de realización humana. Y designemos que la realización del ser
persona se deriva de la profesión de carpintero que realices. Pero, realizar
una profesión, debería ser definido, porque no es lo mismo el carpintero de un
lugar con el de otro.
Y ¿cómo se realiza un individuo en lo afectivo, o en lo
intelectual en una profesión como la del buzo, el alguacil de prisiones, un
policía de asalto, o la monja de clausura? ¿Podría realizarse en lo afectivo un
minero solo talando el hoyo toda su vida?
Si nos realizáramos humanos en base a una determinada
profesión, la importancia de Jesús se debería a que fue carpintero y ese
debería ser el modelo de conductas a imitar en lugar del evangelio. ¿Podría
alguno madurar en la moral siendo únicamente carpintero? Dejemos a un lado esa
idea de la realización profesional como orientación de la conquista humana. Ni
el éxito profesional, ni la profesión elegida, determinan o garantizan la
felicidad de las personas.
La educación ha sido orientada hacia la inercia del abismo
que garantiza el fracaso humano. Hacer profesionales, no es hacer humanos, es
hacer artificios para cumplir funciones sindicales o empresariales, no
funciones afectivas, autónomas o responsables. Hacerse millonario, exitoso o
admirado por la fama, o beneficio financiero no garantiza la felicidad de la
persona, ni se puede tomar por modelo de identidad humana al exitoso, ni al
célebre profesional. Y tampoco es modelo de identidad humana el pobre ignorante
desmotivado. Si buscamos proposiciones diferentes, debemos de dejar de hacer
siempre lo mismo. Pensamos que porque cambia el conocimiento, han de cambiar
también los métodos educativos y eso sería lógico, si educar fuera algo
diferente en cada generación y para cada tipo de seres humanos, pero la
educación es siempre la misma para todos los
humanos. Educar es hacer al otro humano. Para hacer al otro humano,
curiosamente no se necesitan maestros. El otro se hace a si mismo, porque es en
sí mismo humano para hacerse autónomo y debe hacerse responsablemente, es
decir, respondiendo por su propia voluntad, al cumplimiento del deber de ser
humano. Humano es alguien libre, no forzado por nadie. Es sensible al futuro
beneficio. Esa cualidad de imaginarse lo necesario para beneficiar a todos es
lo que nos caracteriza humanos. Lo necesario es futuro, la elección libre es
por un futuro, la esperanza es algo a cumplir.
Cada humano por si solo ha de descubrir que es libre,
autónomo y responsable. Si no descubre eso, no sabrá quien es, ni cómo es, ni
para qué sirve y cargará su crisis existencial, de identidad y vocacional sobre
el lomo de sus futuras generaciones. Una vez que descubre que es libre, ha de
conocer la libertad y cómo establecerse en ella, de ese modo logra la autonomía
en el descubrimiento de su razón de ser, y si cumple esa razón, se realiza
responsable. En esa realización no es necesario un profesor, ni un docente, ni
un sicopedagogo, ni inspectores o regulaciones periódicas de disciplinas interplanetarias,
solo es necesario que se descubra humano en el entendimiento de la humanidad
que hay en él desde que nace y que cumpla con el deber de ser.
Si cada individuo es único e irrepetible, ¿por qué la
educación actual exige medir a cada irrepetible frente a escalas similares compartidas y
enumeradas? ¿Por qué les exigen saber un máximo de cada materia a todos y al mismo tiempo, los declaran
únicos e irrepetibles? ¿Por qué razón un número ha de determinar la calidad de
la persona? Y ese número… ¿cómo se determina?
En teoría todas los métodos de educación nos hablan de
valores humanos profundos: cooperación, inteligencia, solidaridad, igualdad,
excelencia, pero en realidad, el sistema de educación actual, prepara al alumno
para que compita con el contrario y eso no es un proceso para la paz, sino un
enfrentamiento para la guerra. Se enseña a ser egoísta, a defender la
supremacía, a lograr metas que otros no llegan a conseguir, a violentarnos
emocionalmente con los superiores y a discriminar a los inferiores. Se educa en
la exclusividad egoísta reclamando la incondicionalidad altruista.
La educación como se conoce hoy, promueve el carisma
escénico y el entretenimiento. Se ha
transformado en un objeto de consumo reciclable, útil para la sociedad y para
los dirigentes sociales pero inútil para el aprendiz que espera ser humano. Los
educadores han perdido su verdadera identidad y su finalidad. ¿No será quizá que esa unicidad irrepetible,
que tanto proclamamos, no es más que el producto del desarrollo individual de
capacidades y habilidades similares compartidas? Si fuésemos todos distintos,
disimiles, o desiguales, ¿Por qué abogan los líderes por la unidad y la
igualdad? Y ¿para qué buscar una mejor educación, en general? Si cada uno es
distinto al otro, también sería distinto en sus preferencias educativas. Por lo
mismo no se podría ni pensar en una orientación o dirección educativa. ¿En qué
se podría educar a diferentes? La educación de calidad exige similares en
calidad.
Educación exige normas y valores. Si se ignora la jerarquía
de los valores, se pierden las normas de conducta frente a dichas jerarquías y
se desubican los actores de la relación. Cuando un orden no dispone de
regulación que lo gobierne, se transforma en anarquía. Cuando un padre y un hijo
ignoran la importancia de sus posiciones y no guardan el respeto a la jerarquía
de sus valores, padre e hijo se desligan. Lo mismo ocurre entre un marido y su
esposa o entre un director y un dirigido. La sociedad es un enorme mercado de
valores y no podemos, ni pensar, que todos los valores de un mercado sean
considerados iguales. Del mismo modo que existen autos de diferente diseño y
calidad que, por lo mismo, tienen distintos precios, las personas, (únicas e irrepetibles), a pesar de ser
iguales en capacidades y en el potencial de valor, ese potencial esta
desarrollado en cada uno de un modo diferente al otro. En esas diferencias,
cabría decirse que valen unos más y otros menos.
Reconocer quien vale más en una conversación, facilita
reconocerse en la posición adecuada de respetable respetado o, de acato en el
respeto. Valer más en un aspecto, no significa valer más en ser persona. Todo
humano vale el total de su potencial humano, pero el desarrollo de ese
potencial produce las variables de atractivo, de confianza y de respeto que nos
diferencia en el aprendizaje.
Los valores humanos tienen un amplio espectro de
posibilidades. Somos más o menos sensibles, más o menos inteligentes, más o
menos responsables. El respeto por el deber es un tipo de valor. El
conocimiento de un determinado juicio justo, o de una determinada razón es un
valor. El afecto que otros tengan por un
individuo es un valor. Y no todos tenemos la misma cantidad de amigos
vinculados en el afecto que nos respeten, confíen y que se sientan atraídos por
nosotros. Por lo tanto, quien disponga del afecto mayor, ocupará la posición en
jerarquía superior en el afecto frente a quien disponga de menos vinculados,
igual que quien dispone de un juicio más justo o de más experiencia. El respeto
frente al valor es un deber, así como el beneficio del valor es un derecho.
Pero no por carecer del máximo conocimiento, del máximo de experiencias o del
máximo de vínculos afectivos se merma a esa persona en el respeto, confianza y atención afectiva. Esa persona es -ser
humano- producto de la Naturaleza Humana y con el potencial de ser Humano, por
lo mismo, merece el mismo respeto que el más experto, más sabio y más sensible.
Respeto no es tolerancia ni aceptación, respeto es responder a sus necesidades
naturales, que por ser siempre y para todos válidas no perjudican nunca a
nadie.
El derecho al beneficio del valor siempre se deriva del
desempeño responsable del deber que se ha cumplido. En esta dinámica de respeto
en el cumplimiento del deber y disfrute del beneficio del valor que se ha
cumplido, se establece el equilibrio en la jerarquía de valores. El equilibrio
es siempre cosa de tres, dos posiciones y una norma, el orden. El orden siempre
exige a dos, al deber de ordenar y al beneficio de lo ordenado. Deber es
siempre y en todo caso sujeto del derecho y derecho, es siempre y en todo caso
objeto del deber. Cuando se establecen ambos en su función, se ubican y
posicionan en el orden jerárquico de valor que les corresponde y se armonizan.
Hace tiempo que trato de simplificar aspectos de la
Naturaleza Humana, que en apariencia, resultan foráneos a la conciencia por ser
fundamentales. Lógicamente resulta extraño, incluso sorprendente, descubrir realidades
existentes nunca antes imaginadas. En eso reside el atractivo de este ensayo.
El observador actual es un espejo roto frente a la realidad
que refleja y comprende en fragmentos, (realidad
es todo aquello capaz de ser evaluado) pero, esas porciones que reflejan la
imagen completa, hacen dudar de cual de
ellas será fiel reflejo de la realidad entera. Se tiene noción de verdad, o, de
normas, pero en tintes velados o en fragmentos paralelos que se ajustan al
criterio de ciertos grupos sociales, dentro de los cuales, se defienden
válidas, no porque sean justas, sino, porque se ajustan a los intereses de
quienes las definen válidas.
Llevo muchos años en el ámbito de la docencia orientando
universitarios y lo más curioso de observar, es, que pocos, muy pocos o casi
ningún docente, comparte el estándar de
maduración con el colega del otro colegio o del curso paralelo.
Cada maestro es experto en su maestría, e ignorante del
Biotipo Humano Estándar Natural, al cual deben asemejar en conductas y criterio
a sus alumnos. Es más, incluso muchos niegan la posibilidad de que exista una
filosofía antropológica o un Patrón Estereotipo Humano coincidente con su
Humanidad, porque consideran al
significado de –humanidad- un artificio.
Diferencias han existido siempre a lo largo de la historia
pero ninguna diferencia ha conseguido establecer una normativa de educación unificada. Y si el
amor es la fuerza que une, y en esa unión se declara válido y la verdad es
coincidente y por lo tanto une, y en esa unión se reconoce válida y el bienestar
beneficia y por lo tanto une, y en esa unión se experimenta válido, alguna
razón debe existir que justifique el orden y la unidad de los valores.
Cada porción explica al elefante desde el punto de vista de
donde se observa. El que está al lado derecho ve la porción derecha del mismo.
El que está frente al elefante ve la imagen frontal. El que está detrás ve la
imagen posterior. El de arriba ve la imagen superior, y cada uno de ellos
defiende su verdad como: “la imagen –del- elefante”. Ninguno de ellos conoce la
totalidad del elefante porque no salen de su ubicación, no lo ven por completo,
pero todos creen en la parcialidad de su fragmento de verdad, porque su verdad
de la imagen es cierta, pero insuficiente para explicar la totalidad del
elefante. Eso es lo que ocurre en el sistema educativo actual, en el gobierno
actual de valores, en el concepto de familia, frente a la maduración del
individuo, y lógicamente en el ámbito de la ciencia y de las artes. Las
porciones de los parciales y de los partidos no pueden demostrar lo entero.
Resulta extraño que, entre tanto postulado filosófico, científico, o religioso,
no haya ni siquiera uno, que oriente al individuo en la maduración de su
Naturaleza Humana, y que no haya ni un solo humano todavía, que pueda decirse:
entero, natural, puro, e íntegro.
Hay familias cuya experiencia de respeto, confianza y
unidad, no pueden ser garantizadas por ninguno de sus integrantes o vecinos. Y
la gente cuelga el ideal de su creación en el perchero de las futuras
generaciones sin darse cuenta de que ese ideal, es su legado heredado y su
ideario cotidiano. Idealizan su ideal sin idear su Idea. ¿Cómo se puede decir
uno realizado, sin cumplir con el deber de ser consecuente con la idea
originaria, si esa idea del origen a realizar
se desconoce?
Cuando se le dice al joven: “¡Debes ser incondicional para
madurar, deja a un lado tu egoísmo adolescente, sé más sociable, más prudente,
firme y templado con los otros!” El adolescente, generalmente contesta un –si-,
por la boca y un –no- en su convicción y conducta, pero la vida lo motiva a
enamorarse y tener hijos y estos, motivan a responder voluntariamente a sus
necesidades. Y, sin darse cuenta, luego de algún tiempo, el joven, que dejó de
serlo, se hizo incondicional, sociable y templado. Las normas Naturales, por
fortuna, regulan lo que el individuo no
puede, no quiere o no sabe regular. En el conocimiento no hay lugar para la
casualidad.
Este ensayo, es un
estudio minucioso de las razones y funciones características de la especie
humana, en el que examino la composición de los pilares que sostienen la
regulación y finalidad de sus normas. El descubrimiento de los fundamentos del
orden, motiva al estudiante en la investigación y análisis de sus propias
facultades. Reconocer los principios que
soportan, tanto a las infraestructuras,
como a las superestructuras de la naturaleza, facilita el reconocimiento
de la posición, función y finalidad humana, así como del orden Natural y de su
composición.
Los enemigos de la virtud, del conocimiento y de la
sensibilidad son el exceso y la insuficiencia; exceso y defecto que
diría Aristóteles. Por carencia o por imposición se originan los trastornos.
Tanto el uno, como el otro, son extremos de la moderación del juicio justo, es
decir, fuera de la justicia o “ilegales”. Analizando los fundamentos y procesos
de la creación, llegaremos a la
conclusión, de que dichos extremos son controlables, y de su dominio, se
derivan los fundamentos necesarios para el mejoramiento de la actividad humana.
La actividad es consecuencia de la actitud y esta, es predeterminada por la
libertad y preferencias de la Conciencia Humana.
La libertad elige siempre lo preferido, lo conveniente y lo
urgente. Lo urgente conveniente que se prefiere, vale. Y por ser válido se
pretende y se disfruta en su conquista. De donde se deduce que el ser humano,
por ser libre busca lo que vale, pero el valor contiene dos aspectos:
función y fundamento. La función
beneficia a uno y el fundamento beneficia a todos. Cuando se elige el beneficio
de todo, uno se beneficia en su inclusión. Cuando se elige el beneficio de uno
se excluye al resto y ese resto priva de la posibilidad de agradecer al que se
elige por sobre el resto. El agradecimiento alegra a quien voluntariamente
responde al beneficio compartido. Quien se prefiere por sobre la totalidad,
reduce el beneficio y lo limita al fragmento de su elección, por eso, se debe
elegir siempre lo que conviene al desarrollo de la Naturaleza Humana.
He visto demasiadas diferencias, excesivas luchas, odios y
rencores, hartos opuestos, y bastantes
excesos dolorosamente injustos. Y ninguno de estos daños me ofrece estabilidad,
confianza ni motivación para seguir
indagando en ellos a la espera de alguna solución diferente del error
que manifiestan. En los excesos o insuficiencias no se encuentra la moderación;
en lo particular o lo falso, no se encuentra justicia. En la verticalidad, no
existen la derecha o la izquierda, en la horizontalidad, no hay arriba ni
abajo. Tampoco hay unidad en el estudio de los opuestos o en el análisis de lo
diferente. Las diferencias solo son particularidades de la totalidad en la cual
se insertan. La variabilidad es exclusivamente una modificación de la constante
actividad que por su condición de variar es inestable, e inconmensurable,
condiciones estas, que hacen que sus razones sean en todo caso fragmentarias.
Es ilógico pensar que vamos a descubrir el orden reclamando, acusando y
justificando las desigualdades de cada objeto desordenado. Valor es la cualidad
que satisface y ni el reclamo, ni la acusación, ni el rechazo resuelven, ni
realizan, por lo tanto, no satisfacen. Reclamar, acusar o rechazar sin ofrecer
soluciones, es opuesto al valor. Quien se opone al valor es un cobarde.
En esencia, todo participa de lo mismo: del valor y su
energía. Todo es valor y energía. Valor es la cualidad que motiva al actuar y
el poder activo que construye es el movimiento derivado de la energía. La
energía y el valor existen en todo, desde el afecto y el instinto humano,
pasando por la naturaleza directiva inherente y la morfología de los cuerpos de
las especies naturales, hasta la dualidad entre la orientación y velocidad
atómica. Por eso, he dejado a un lado la
violenta rebeldía adolescente del luchador progresista liberal y he dedicado más tiempo a la
tranquila reflexión en el análisis de similitudes, parecido, e igualdades que
sostienen el progreso de la revolución orbital cíclica, sostenida y permanente.
Declarar las diferencias no establece conocimiento alguno, solo determina -lo
extraño- a quien aprecia, o lo diferente a lo que se podría reconocer y que por
ser diferente no se re-conoce. Lo diferente solo aumenta las diferencias, no
define los fundamentos.
Los procesos de desarrollo de cada especie son
necesariamente diferentes en sus particularidades, pero totalmente similares en
los fundamentos de la finalidad de su Naturaleza Ordenada. Todas colaboran en y participan del bien común cósmico. Del estudio de las
constantes semejanzas, o igualdades, se desprenden los fundamentos de este
ensayo, que, luego de reconocer dichos patrones, los coliga con las facultades humanas en la
eficacia de su desarrollo.
Educar es hacer al otro semejante al instructor, en
sensibilidad, conocimiento, o conducta.
Hacerlo similar implica tiempo y condiciones. Oficio es el dominio de una técnica
y técnica es un hábito repetido. Para educar es necesario de disciplina en la
maduración del hábito al desarrollo, durante un tiempo. Ese tiempo facilita el establecimiento de
estructuras de motivación, interés o deseo por el entendimiento. El máximo
motivador, lo más interesante y lo más atractivo de toda la creación, a la
sensibilidad, inteligencia y voluntad humana, es el descubrimiento de su propia
Naturaleza. Al descubrir la caracterización de la Naturaleza se descubren el
origen, la identidad y la finalidad de todos y cada uno de los individuos de
que está compuesta. Y sobre esa base,
podemos iniciar el camino de la reconstrucción de una sociedad humana ordenada, educada, justa y adecuada.
¿Por qué razón es necesario descubrir y analizar los
principios de la creación para efectuar una mejor disciplina moral-artístico-educativa?
El arte y la educación son procesos de consecución de logros
superiores. El artista idealiza y propone proyectos admirables y la educación,
ha de complementar la excelencia de los procesos de desarrollo de las ideas,
para alcanzar el logro de trabajos, que por su excelencia y hermosura, resulten
admirables. Lo máximo en excelencia y
perfección existe realizado ya en la
Naturaleza. Del estudio de la misma, descubriremos normas que establecen formas
de pensamiento, que por su equilibrio y proporciones, motivan a imitar sus
fundamentos. La Naturaleza es en sí
misma líder del bien supremo, maestro de la verdad suprema y padre originario
de la unidad suprema en todas sus condiciones. De ella podemos aprender el
máximo de conocimiento, el máximo de habilidades y el máximo de atractivo. Esta
es la razón que justifica el estudio de la misma. La Naturaleza es neutra o
neutral, ni es masculina ni femenina, porque contiene a ambas; ni es únicamente
causa ni consecuencias, porque contiene a ambas, ni es exclusivamente
reglamento ni regulado porque es ambos. Por ser en el hombre y en su humanidad
es necesario reconocerla y hacerla participe de nuestro progreso humano, porque,
cada humano se realiza en la humanidad que desarrolla.
El ambiente contemporáneo deposita el predominio en la
orientación educativa sobre la obsesión del perfeccionamiento de los oficios y
el conocimiento técnico, sin advertir que, técnica es un hábito repetido, y en
la repetición disciplinada de un hábito, es preciso el uso de prudencia,
templanza y firmeza, virtudes estas, sin el dominio de las cuales, es imposible
la consecución de un oficio perfecto. Esta es la razón por la que algunos
alumnos carecen de hábitos de estudio, porque se les exponen los contenidos
pero se descuida la disciplina del desarrollo de los hábitos. Los educadores, en ocasiones,
presentan, exponen y explican tecnicismos, a quienes carecen del dominio de las
virtudes. Por eso, es nuestro deber asumir la responsabilidad de descubrir los
fundamentos de la motivación, del raciocinio y de lo necesario, para orientar
en ello el ejercicio de la prudencia, firmeza y templanza, imprescindibles para
el desarrollo responsable de los oficios.
Estos fundamentos no se encuentran en opiniones fraudulentas
ofrecidas por opinólogos, ni en excéntricas teorías justificadas por la fama de
superfluos “científicos” de la farándula, se hallan contenidas en el interior
de la naturaleza Humana y se deducen del comportamiento de sus Normas Naturales. Ser científico no certifica la
justicia del juez que determina un juicio. La justicia del juez la determina el
juicio justo. La profesión no garantiza la verdad, ser científico es una
profesión.
Ante la interrogante de si existen o no, Normas Naturales
que determinen la conducta legítima humana, (lo
que aparentemente privaría de libertad al ser humano) deberíamos iniciar
ese estudio, determinando si la humanidad es necesaria o no. Y si es necesaria,
¿para qué? A esta interrogante solo satisface una respuesta fundamental.
Podríamos entrar en la polémica discusión sobre si la humanidad es o no
necesaria para la naturaleza en su contribución biológica, pero de lo que no
cabe duda alguna, es que la creación entera, sin el humano que la valide,
reconozca y aprecie, no tendría ningún valor, ningún sentido y ninguna
finalidad. Y si declaramos al valor como base esencial de todo acto, porque
siempre y en todo se pretende y se disfruta, ¿de qué serviría un cosmos creado sin
poder ser apreciado?
Hagámonos las siguientes preguntas y dejemos las respuestas
necias o majaderas a quienes esperen ser reconocidos y declarados: “estúpidos”.
¿Qué creación hace un creador que no
espere sea apreciada? ¿Quién, aparte del autor, podría valorarlo en la
totalidad de su creación? y de crear el cosmos ¿Cuál es esa necesidad que
motiva a realizar algo tan inmenso para que una sola especie sea capaz de
valorarlo? Y ¿Qué cosa o qué individuo y de qué especie satisface al Origen
Creador del cosmos? Si toda causa es a/en su efecto, el efecto debe reconocerse
en y reconocer a su Causa. El efecto de una causa es igual a la propuesta
necesitada por esta, luego, causa y efecto son iguales en la necesidad. ¿Cual
es la necesidad de cualquier deber? No es otra que unirse en la satisfacción
del mismo. La Naturaleza Humana hizo al
Humano para que este se una con ella en su Naturaleza.
Sabemos que todo creador se siente pleno en el
establecimiento de la completa reciprocidad entre su obra y él. En este caso,
exige reciprocidad emocional afectiva, porque el origen del cosmos captó la
necesidad de realizarlo; reciprocidad en el ajuste con la justicia, porque
justificó la razón de realizarlo y todo acto se justifica necesario en su razón
de ser. Y reciprocidad en la responsabilidad conductual, porque cumplió con el
deber de realizarlo. El único ser capaz de responder completamente a esas
cualidades de ser libre, autónomo y responsable en la creación, es el ser
humano, cuyos recursos emocionales, intelectuales y motivacionales lo califican
capaz de apreciar y reconocer en su madura condición, a la condición propia
similar del Origen Creador del Cosmos.
Y, el Creador… ¿Qué es o quién fue? Estudiémoslo un momento.
El Creador al que nos referimos, creó todas las especies, hizo multitud de
diferencias, por, o para lo cual, dispuso de numerosas posibilidades de opción
(alternativas). Si pudo optar, debió tener capacidad de opción a lo que se
denomina libertad. De donde se deduce, que el Creador es un “ser” libre. Cuando
digo –ser- no me refiero a un cuerpo morfológicamente determinado por los
límites de una determinada proporción, sino a existencia, a ser de estar. El
origen de lo creado es una existencia que está en el inicio del proceso de
desarrollo o creación de todo acto. El origen está y por lo tanto es, y todo lo
que es, es ser. Espero haberlo aclarado.
Pero, su libertad es madura en la elección de alternativas
válidas siempre y para todo lo creado, porque todo lo elegido por El para
existir, (el origen existente) existe en conectividad armónica con el orden
pleno, justo y adecuado de la totalidad. Si, elige en función de un orden sobre
el cual se ajustan sus creaciones en un perfecto intercambio de dar y responder
a la unidad de todo, entonces, el Creador es justo en su juicio y quien es
voluntariamente justo en su juicio se denomina autónomo, (auto=uno mismo; nomo=
ley) por lo visto, el Creador del Universo es -algo- autónomo en su justicia
(una existencia ajustada a su razón de ser necesaria).
De ser justo en su justicia, con respecto al orden de la
conectividad en la unidad inter especie de la totalidad, ha de disponer de una
voluntad motivada hacia el cumplimiento del máximo deber justo. A esa voluntad
determinada a cumplir el compromiso del deber necesario, o máximo deber justo, se
le denomina responsabilidad. Ese –algo- Creador (existencia originaria)
responde siempre en todo con respeto al cumplimiento de cada deber necesario
para el establecimiento de la conectividad en la unidad inter especie del
ecosistema. El Origen creador es el máximo economista, científico y religioso
en si mismo. El máximo ingeniero, físico y matemático. Además demuestra que
cumple las necesidades globales a
cabalidad sin dejar ninguna por resolver, esa –responsabilidad- aparentemente
intransigente, es la que la Naturaleza
de la Unidad espera que cada humano reconozca y se establezca voluntariamente
en ella, por considerarla necesaria de cumplir para realizarse libre,
autónomo y responsable.
El Creador necesita la unidad completa interconectiva entre
los aspectos fisiológicos o biológicos y los aspectos emocionales,
intelectuales y vinculares de su creación. Para unir los fundamentos biológicos
con los fundamentos psicológicos creó a la especie humana, única capaz de sentir
las máximas necesidades de la globalidad o totalidad de las especies, capaz de
reconocer el juicio justo de la naturaleza y capaz de realizar todo lo
necesario para el establecimiento de la conectividad en la unidad inter
especie. Esa es la razón que declara necesaria a la naturaleza humana. Ese
–algo- Creador del cosmos, es por deducción lógica similar a su creación.
Decimos que esta es una deducción lógica, porque es derivada del principio
declarado valido por la ciencia de los científicos, que nos declara, que “todo
efecto es a su causa, así como la causa contiene aspectos del efecto”. Según
esto, el –algo- Creador del cosmos, debería ser en consecuencia, similar a las
condiciones sensibles, inteligentes y responsables humanas. Algo sensible,
inteligente y responsable, no se considera “algo”, se le considera: alguien.
El creador de algo puede ser otro algo, pero el creador de
alguien semejante es sólo uno, sus padres.
Una máquina puede repetir piezas, pero no puede crear otra
máquina igual a ella. Existe además otra gran diferencia entre los padres de
cualquier especie natural y los padres del ser humano, porque los padres de
cualquier especie reproducen a otro individuo similar pero los padres humanos
reproducen a otro humano semejante, con la libertad de convertirse en similar.
El humano se hace humano voluntariamente porque ha sido
creado responsable, es decir para que responda y respete su potencial de forma
libre y autónoma. De no hacerse similar al padre de forma libre, autónoma y
responsable, no podemos decir que es semejante. (Semejante es aquello que se hace
voluntariamente similar)
La historia de la humanidad tuvo un comienzo embarazoso para
su descendencia. La humanidad perdió la circunstancia de madurar en el inicio
de su historia. Perdió la posibilidad de realizarse naturalmente en el
cumplimiento de las Normas de la Naturaleza Humana. Por eso, la sensibilidad de
nuestros antepasados se vio mermada en la captación de las necesidades máximas;
su intelecto se confundió entre la variabilidad de los fragmentos defendidos
válidos por el juicio de la razón de cada individuo y su voluntad no respondió
al cumplimiento de los máximos deberes humanos. Esa condición de insuficiencia,
incoherencia e ineficiencia ha sido transmitida y heredada por generaciones,
que han hecho el máximo de su esfuerzo en descubrir las razones que originaron
los errores de ese inicio embarazosamente desgraciado y que por sumar tantos
fragmentos ha sido tan difícil de desfragmentar. Por esa razón, la sensibilidad
humana, desde que dispone del derecho a manifestarse y a la libertad de
expresión, exige el respeto a los derechos humanos declarados en la Carta Magna
o en la Revolución Francesa. Derechos estos, que a pesar de no ser los que
responden al cumplimiento del máximo deber humano, aproximan, estimulan y motivan a su
descubrimiento.
El encuentro con las Normas de la Naturaleza produce una
sensación similar a la del hijo del minero que nació en el interior de una
cantera oscura y creció en ella sin salir durante años de las negras
profundidades, donde los únicos colores que vio en los años de su crecimiento,
fueron los grises derivados de las llamas de carburo y de las linternas de gas.
¿Podéis imaginar la sensación de ese joven, que después de estar varios años
bajo tierra, aislado del mundo iluminado, viviendo entre los estrechos límites
de la cueva y en el vacio de las profundidades, sale y se encuentra libre en la
extensión del paisaje pre cordillerano alumbrado por la intensa luz del sol?
Imaginaos un ciego
que habiendo vivido mucho tiempo en su ciudad, reconoce las calles por los
sonidos y texturas de las paredes, y a los habitantes de la ciudad por el
sonido de su caminar, o por el aliento y timbre de sus voces. Incluso tiene una
vaga idea de los colores por los nombres que le dicen y con los que asocia una
determinada experiencia, pero no tiene una comprensión de las distancias, ni
del volumen, no alcanza a comprender la dimensión 3D porque nunca ha visto
espacio alguno. Su noción del tiempo se basa en las rutinas porque no ve luz
alguna que le permita identificar espacios. Imaginaos la sensación de esta
persona que ha existido en tinieblas, sin distancias ni colores, sin formas ni
volúmenes, en un mundo de artificios creados por suposiciones propias,
imaginaos la sensación que tuvo el día que le operaron y recuperó la visión.
Cuando se habla de la –naturaleza- de las cosas, se incluye
en el significado del término, a la totalidad de la cosa. La totalidad implica
su origen, identidad y propósito. Se incluye en el significado de naturaleza a
la finalidad, el proceso y estructuras de consecución, así como la naturaleza
de su existir. Lógicamente en la naturaleza de cualquier cosa, existen
contenidas, la necesidad que justifica su existencia y el derecho al beneficio
de su realización, puesto que toda necesidad es motivada por el beneficio del
derecho a disfrutarla, y todo derecho a disfrutar de un beneficio, es
garantizado por la necesidad de conseguirlo, más, el cumplimiento del deber ser
conseguido. En esta norma existe contenida la razón del existir, a lo que
denominamos Naturaleza.
Lo Natural se pretende y se propone por dictamen natural.
Oponerse a ese dictamen es obrar contra la Norma de la Naturaleza y
consecuentemente ese obrar, se declara errático en si mismo.
La Naturaleza obliga
al cumplimiento del deber ser Natural, no por imposición caprichosa de un
criterio propuesto por el arbitrio de una proposición teórica al azar, sino por
la lícita razón que justifica la existencia, acción y multiplicación de la
misma Naturaleza. Eso es dictamen.
La Naturaleza Humana se debe a la razón que la justifica
necesaria. Esa razón no puede ser un eterno misterio. Los misterios solo se
justifican en quienes los ignoran. Todo lo ignorado es ajeno al intelecto, pero
no por ser ignorado pierde su condición de poder ser reconocido. Intelecto es
la capacidad sensible que nos permite reconocer las razones que justifican una
realidad. Porque somos una realidad existente, podemos reconocer la existencia
de toda realidad, en eso somos recíprocos. Y eso es lo que nos permite
reconocer las razones de lo existente. No existe realidad alguna injustificada
o injustificable. Existen, eso si, individuos cuyos intelectos ignoran la razón
de dicha realidad, hasta que la descubren y se educan en ello. Lo mismo ocurre
con la Naturaleza Humana, que es una realidad existente, pero que por
considerarse un misterio indescifrable, no se indaga en su descubrimiento. Todo
lo ignorado es complejo, confuso y desordenado hasta que se descubre. Es
complejo porque caben todas las posibilidades de identidad, origen y propósito.
Puede ser cualquier cosa, creada en cualquier momento o lugar y por cualquier
origen y sirve para tantas cosas como le queramos imponer, porque no se sabe
para qué sirve. Por el contrario, la
razón de un origen es solo una, la razón de una identidad es solo una y la
razón de un propósito es solo una.
Todo acto se origina una sola vez en un solo momento y en un
solo lugar, por una sola causa. Su identidad es una sola y su finalidad es sola
y exclusivamente la del cumplimiento de su razón de ser. Una sola. El misterio
se sostiene en una sola razón: ser ignorado. Cuando se descubre, se elimina.
El ser humano busca la definición de su existencia, la
metodología de un correcto actuar y el proceso reproductor del bien supremo que
lo califique, certifique y garantice Verdadero.
Cuando el ser humano encuentre su verdadera condición de ser
autentico en la humanidad de su naturaleza, habrá descubierto su propia
realidad y la realidad del existir. En ese momento se acabará su evolución,
porque, ¿qué sentido tiene la evolución de lo cumplido? ¿Qué sentido tiene el
desarrollo de lo ya desarrollado? La persona que descubra el manual de las
capacidades humanas y las madure, será el modelo de normalización humana madura
y frente a ese modelo de autenticidad se integrarán todos los descendientes de
esa función humana verdadera.
El descubridor de la naturaleza humana, adquiere la
condición de ser un verdadero iluminado, porque no existe mayor necesidad en el
universo ni mayor deber científico, filosófico o religioso que el de religar al
hombre con su naturaleza y el que descubra y explique cual es esa naturaleza
humana, lógicamente adquiere el beneficio de su descubrimiento. Habrá quien lo
descubra y habrá también quienes se realicen en el cumplimiento de ese manual
humano. Descubrirlo es importante, pero lo más importante vendrá cuando la
mayoría de los humanos estén cumpliendo el manual.
La vida no es trabajo ni oficio alguno. Vida es el conjunto
de fuerzas que permiten la consecución de un propósito; sin ese propósito
establecido, la vida no tiene sentido. La vida es ser feliz y no se puede ser
feliz sin darse o sin responderse.
La felicidad no es singular o de uno solo, es dual, es de
dos: del que espera y logra ser, y del que se lo proporciona. Feliz es quien
consigue la sensación de plenitud en el sentirse sano, en el sentirse poderoso,
en el sentirse inteligente y en el sentirse valorado. Para sentirse sano ha de
recibir los elementos saludables que se justifican en su salud; para sentirse
poderoso ha de recibir los estímulos suficientes para impulsarse a la conquista
y conquistarla. Para sentirse inteligente ha de reconocer la razón del juicio
que lo justifica lícito. Y para sentirse valorado, ha de disponer de los
valores que lo proporcionan y ameritan ser valorado.
El feliz, inteligente
y maduro, se hace en el otro y en lo
otro, quien comprenda esto, progresará en la justificación de la unidad.
INDICADORES
ACTUALES DEL ÉXITO
Éxito es una palabra latina
exitus (“salida”) generalmente utilizada para la connotación de “sobresalir”.
Salir del anonimato o del proceso, con la conquista bajo el brazo. En la
actualidad el “éxito” se mide en base a resultados económicos o profesionales.
Económicos, por cantidades de dinero y profesionales en cantidades de logros. En
ambos casos se establece un -poder-. Éxito y poder van siempre de la mano. El éxito de una nación se mide en su PIB que
es la cantidad de dinero que genera su economía, así como el éxito de una
determinada empresa, se mide en términos de Beneficio Financiero. Incluso, a
las familias actuales se les asigna una clase A, B, C… dependiendo de sus
ingresos, o recursos financieros. Esto es un hecho muy común y como es
mayoritariamente compartido, se ha transformado en verdad, sin darnos cuenta de su falacia.
Fíjense un instante en ustedes,
en sus apariencias. ¿No dirían que quien mejor vestido esté o quien tenga el
mejor auto o celular, vive mejor que usted? ¿Cuántas veces no acusamos a
nuestros padres por no disponer de lo que tiene el otro, o a nuestros maridos
por sus escasos sueldos, como si el dinero fuese el indicador del éxito?
Éxito y felicidad son dos
sinónimos con características propias. Al éxito se le asume una conquista
material y a la felicidad una conquista espiritual. El éxito se asocia con la
realización profesional y la felicidad se asocia con disfrutar de lo conseguido.
Cuando se prioriza el éxito por sobe la felicidad, el exitoso se frustra, y
cuando se prioriza la felicidad por sobre el éxito, la continuidad se
descontinúa. Ambos son complementos pero en esa complementariedad hay uno
preferente y otro preferido.
Preferir la felicidad de quienes
construyen el éxito es bueno para todos, a eso se le llama bien común y cuando
es ecológico se le llama bien supremo. Y preferir el éxito por sobre la felicidad de quienes lo
construyen se le denomina ambición y corrupción. Por lo visto, la naturaleza de
las relaciones humanas, nos obliga a buscar el bien común por sobre la
ambiciosa pretensión del éxito.
Cuando los indicadores del éxito
son: el dinero, el poder, o la fuerza,
la naturaleza sensible de las personas se ve frustrada en su esperanza
vincular, porque se entienden las diferencias por cantidad. Cuando los
indicadores del éxito son: el vínculo, la verdad, el juicio justo, la razón, la
cooperación, la solidaridad, la transparencia y el afecto, la naturaleza sensible
de las personas se ve satisfecha en su esperanza de unidad, porque no existen
diferencias.
Estamos abriendo las puertas a
una nueva generación que espera libertad,
justicia y éxito. Por lo mismo, debemos educar en el reconocimiento y
cumplimiento de los deberes que garantizan los derechos exigidos; en el
reconocimiento y cumplimiento de las máximas alternativas válidas que
garanticen la verdadera libertad, y en el reconocimiento y cumplimiento, de los
valores máximos sociales y ecológicos que posibiliten el establecimiento de una
economía sustentable que garantice la protección de las necesidades básicas de
las personas.
Existen ciertas áreas del
desarrollo que debemos custodiar: la dignidad humana y la justicia social, la
transparencia y participación democrática en la toma de decisiones importantes,
la solidaridad filantrópica o altruista y la sostenibilidad ecológica. Estas
áreas de convivencia, solo pueden mejorar en el ejercicio del máximo de sus
respectivos desarrollos, y esa es la labor del arte, de la ciencia y de la
sociedad. La sociedad espera el bien supremo que incluya a cada individuo en
él.
El arte es un medio para la
conquista de la felicidad porque busca y espera lo supremo, lo justo y lo
máximo en su desarrollo. Las artes
buscan maximizar el bien común.
Esa debe ser la finalidad de cualquier proyecto educativo y debe en
complemento, ser el máximo del interés, del aprendiz a ser feliz.
ORDEN
Orden es la estructura que establece la reciproca unidad
entre una causa y consecuencia mediante la unidad sujeto objeto.
La búsqueda de un nuevo orden social, educativo y económico
ha sido siempre una constante en la historia de la humanidad, que se ha
mantenido a la espera del encuentro por una sola y sencilla razón, la
ignorancia del significado “orden”. Busquen en los diccionarios el significado
de este concepto y verán la poca claridad que se ofrece al respecto.
Orden es un estado situación, en donde se ligan los aspectos
de pretensión y beneficio junto con los aspectos de creador y creado. En ese
estado de concordia, entre el creador que crea lo necesario y se siente
satisfecho, se establecen el orden binario dual vertical y horizontal que permite
tres posibles comparaciones mayor, igual o menor dentro de su reciprocidad
ordenada y el orden del conjunto o unidad trinitaria: centro y dos extremos.
Todo orden existe siempre y cuando sea este evaluado. Sin
alguien que aprecie y reconozca al orden, el orden no se establece aunque en
potencia exista. El drama de la imposibilidad del encuentro con el orden y su
definición, ha sido causado por la incapacidad humana en apreciar la esencia
fundamental del orden. Se pensó que el orden era la demostración de una
secuencia, y lo es, porque la estructura que establece la reciproca unidad
entre una causa y consecuencia mediante la unidad sujeto objeto, se mantiene y
repite una y otra vez, pero la definición del orden no queda satisfecha con el
mero alineamiento horizontal. También se pensó en un tipo de mantenimiento
cósmico, al que se le denominó –orden- cósmico, y existe el orden cósmico, pero
esa definición tampoco satisface la significación completa del orden. Por otro
lado, se habló de los órdenes religiosos, también haciendo referencia a
sistemas lineales repetidos o jerarquías de autoridad, pero en ningún caso se
llegó a comprender el completo significado del orden y esa es la razón por la
que el nuevo orden social, educativo y económico esperado, ha permanecido
esperado por generaciones.
Ahora disponemos del significado oculto del orden y decimos
que: “orden, es la estructura que establece la reciproca unidad entre una causa
y consecuencia mediante la unidad sujeto objeto”.
Por lo tanto, podemos iniciar el establecimiento del nuevo
orden social, educativo y económico.
Una sociedad en orden, de acuerdo a nuestra significación
del orden, sería aquella que satisface su causal propositiva originaria,
mediante la satisfacción de cada uno de los miembros de que se compone.
Una educación en orden, de acuerdo con nuestra significación
del orden, sería aquella, en la que se reconoce la justificación de su causal
propositiva originaria, mediante el reconocimiento de cada uno de los miembros
de que se compone.
Una economía en orden, de acuerdo con nuestra significación
del orden, sería aquella en la que se dominan los procesos de construcción de
la realización de la causal propositiva originaria, mediante el dominio de cada
uno de los miembros de que se compone.
Dominio, conocimiento y satisfacción, son tres hermanos
gemelos que deben ir siempre de la mano sin soltarse. El ejercicio del dominio
de los extremos, debe permitir el reconocimiento del juicio justo y de este
reconocimiento y cumplimiento de lo reconocido necesario, se satisface el
individuo.
Este es el mecanismo del orden que en el resto de las
especies opera de forma automática mediante el rigor del instinto, pero, que en
el caso de la especie humana, dispone de la libertad de respetar y responder
voluntariamente a ese rigor o, de ignorarlo e ignorarse en la ignorancia del
mismo.
La libertad es una capacidad emplazada en el orden natural para ordenar al orden de manera
voluntaria, autónoma y responsable, de ese modo, se hace cooperativa,
correspondiente y correlativa, en la
recíproca interacción del individuo con su Naturaleza.
La capacidad de optar, es solo el potencial de una
posibilidad; pero la elección, determina el éxito o fracaso de la opción, dependiendo de si esta,
es o no, acertada, adecuada o satisfactoria. Cuando es satisfactoria
plenamente, es la que se ajusta a la necesidad y por lo mismo, es acertada y si
satisface y es justa, ha de ser buena y por lo tanto, adecuada. La elección
adecuada no deja lugar a casualidades, es siempre la que se ajusta a una necesidad
y se ajusta por ser esta la razón que la justifica necesaria, no por ser
casualmente necesaria, sino, por ser causalmente necesaria.
Existen dos tipos de libertad, la libertad del liberto y la
del libertino. La libertad del liberto excluye de reclamos, acusaciones o
rechazos. La libertad del libertino incluye reclamos, acusación y rechazos.
La libertad del liberto libera, la del libertino esclaviza.
La elección de lo preferido, siempre excluye a un rechazado,
mientras que la elección de lo preferente, por ser incluyente, porque a todos
los incluye y si es preponderante es por todos necesitado. Si es preferente, se
debe hacer y ese deber, beneficia a la totalidad de los necesitados, no declara
a nadie rechazado, porque su cumplimiento beneficia a todos. Al elegir lo
preferido y excluir del beneficio del acto al resto, ese individuo se hace
esclavo de su deficiencia y recibirá reclamos, acusaciones y el rechazo de los
no beneficiados por su elección, mientras que en el caso del que eligió lo
preferente, lo más importante para la totalidad, lo preponderante que por
beneficiar al todo no perjudicó a ninguno, se libera de ser reclamado, acusado
o rechazado.
Esta norma de preferencias globales por sobre las
individuales es la que estimula al orden.
En la actualidad el hombre es enclavo de sus carencias. Esto
se ve con claridad entre las personas que decidieron hacer de sus vidas una
carrera privada o quienes decidieron hacer una carera pública. Lógicamente si
los que decidieron la carrera pública no pecaran de corruptos y se entregaran
voluntariamente al beneficio global, disfrutarían de la cooperación de la
totalidad del beneficio, pero desgraciadamente aún somos esclavos de nuestras
carencias y decidimos el beneficio preferido en lugar del preferente.
Si observamos los dolores y sufrimientos de la humanidad, y
los analizamos llegaremos a la conclusión de que son todos productos de alguna
carencia. Incluso los excesos son provocados por la carencia de dominio.
El humano se hace esclavo de sus carencias afectivas, de sus
carencias intelectuales y de sus carencias de dominio sobre las estructuras y
los procesos y de consecución.
Se hace esclavo de lo que no tiene al esperarlo sin estar
seguro de contenerlo.
Carece de prudencia, firmeza y templanza y sufre las
consecuencias por no saber que las posee y por no responsabilizarse en
madurarlas. Carece de sensibilidad, justicia y determinación y sufre las
consecuencias por no saber que las posee y por no responsabilizarse en
madurarlas. Carece del dominio sobre los extremos emocionales, intelectuales y
motivacionales y sufre las consecuencias por no saber que de él depende
dominarlos y para eso ha de responsabilizarse en madurarlo. Carece del dominio
sobre los instintos de protección, conservación y reproductor y sufre las consecuencias
por no saber que de él depende dominarlos y para eso ha de responsabilizarse en
madurarlo.
El humano se hace esclavo de sus carencias y sufre las
consecuencias de sus insuficiencias.
El humano se daña y lastima en el dolor de sus carencias. Incluso
se flagela en su desconsuelo.
De la carencia de dominio sobre el instinto reproductor
surgen los daños y dolores sicológicos de las incompetencias, los traumas, y
heridas emocionales cuyas consecuencias se somatizan en trastornos de sueño,
alimentación o conductas. La sensación de un embarazo prematuro trastorna la
estabilidad emocional de dos familias completas.
De la carencia de dominio sobre el instinto de mantenimiento
surgen los apetitos extremos o la falta extrema de apetito, que en sus extremos
se transforman respectivamente en bulimia o anorexia.
Del descontrol y falta de dominio del hábito regular a
conciliar el sueño, surgen trastornos como el insomnio, la hipersomnia, que
derivan en somatizaciones como la fibromialgia, mononucleosis, sonambulismo,
incluso irritabilidad, dolores de cabeza etc.
Del descontrol y carencia de dominio sobre el instinto de
protección surgen los temores, las ansiedades y angustias por no asumir los
riesgos. En sus extremos, esos miedos son transformados en fobias o pánicos,
como la claustrofobia, la entomofobia, la xenofobia, el pánico escénico etc.
La carencia de control y dominio sobre el celo extremo
emocional, produce desconfianza y rechazo entre personas, incluso odios
permanentes o el impedimento para reconciliarse.
La carencia de control y dominio sobre el celo intelectual,
produce inseguridad y desajustes que motivan el rechazo del conocimiento
ofrecido o recibido. Ese rechazo agrede a quien lo ofrece y este declara falso,
o ignorante a quien lo entrega y por lo mismo, se le ignora.
La carencia de control y dominio sobre el celo motivacional,
o agrede en su extremo violento o en lo irresuelto o inconcluso declara su
insuficiencia.
En todos estos casos la carencia lastima y se transforma en
dolor. Y en todos estos casos la actitud fue elegida libremente, pero no
podemos declarar culpable de estos dolores y sufrimientos a la libertad, sino a
la elección. La responsable de nuestra esclavitud y dependencia de nuestras
carencias no es la libertad, sino la falsa elección, la elección de lo
incorrecto, lo desajustado, lo insuficiente y eso es siempre y en todo caso
aquello que se declara preferido para un fragmento por sobre aquello que se
declara preferente por el deber de resolver, solucionar o satisfacer a la
máxima necesidad valida para el todo. Bajo este análisis podemos deducir que la
verdadera libertad es la capacidad de realizar el bien común, o mejor dicho, el
Bien Supremo. Consecuentemente la elección, verdaderamente libre es la opción
por el cumplimiento del máximo deber
necesario.
El humano promedio contemporáneo elige lo que desea, o como
vulgarmente se dice “elige lo que le da la gana”. Lo que le da la gana lo desea
sin estar seguro o sin saber cómo lo debe conseguir y si intuye como debe
conseguirlo, en ocasiones le falta voluntad, determinación y firmeza. Otras
veces prefiere ponerse a disposición de las dependencias, del depender
de la suerte, de las oportunidades, de las posibilidades, o de la ayuda del
tercero imaginario. De este modo, se hace esclavo de los otros esperados de los
que depende. En este caso se esclaviza de sus carencias.
El caso del que espera ser amado sin entregarse en atender,
entender o estar atento a las necesidades del ser amado y en sus carencias
encuentra reclamos, acusaciones o rechazos, también es un esclavo de su
libertad preferida. Si en lugar de optar por elegir lo preferido hubiese optado
por la elección de lo preferente para el amor, se habría entregado a atender,
entender y estar atento a las necesidades del prójimo y en su satisfacción, se
habría evitado del reclamo, la acusación
o el rechazo, siendo agradecido, por el
otro, respetado y recibido en su
agradecimiento.
Libertad es la capacidad de optar por lo que es siempre y
para todo válido, en ese sentido coopera en el ordenamiento de la totalidad.
LOS SUPERDOTADOS
El ser humano bajo el punto de
vista de la naturaleza de las especies es un superdotado. Fuimos todos los
individuos humanos dotados con una superdotación en capacidades sensibles,
cognoscitivas y motivacionales. Nuestra memoria permite al organismo significar
codificar, almacenar y evocar la información hecha consciencia de un pasado real o
imaginado.
La memoria es una inmensa
biblioteca que almacena la información
determinada válida. Por información se entienden también las imágenes de experiencias pasadas, o
adquiridas al ser evaluadas y juzgadas válidas.
La memoria de un autentico
sincero veraz o exento de hipocresía o simulación, que actúa sin mentir, será distinta a la memoria del falso o
mentiroso. Entendiendo por mentiroso al cínico incrédulo, al
hipócrita, simulador y arrogante
superficial. El sincero almacena datos
concretos, verídicos y existentes, razones constantes e inmanentes,
funcionalidades viables, posibles y efectivas, que cuando necesita para
evaluar la realidad de lo inmediato novedoso,
o el juicio sobre una posibilidad, facilita
el juicio justo.
El superficial incrédulo, simula
conocer en su conformismo con lo que
admite sin evaluar y almacena
información no certificada, casual, oportuna, fragmentaria, con la que evaluará
lo inmediato novedoso que se le presente a ser reconocido, sin poder ajustarse
al juicio justo, por carecer de certeza y seguridad y con dicha información
tratará de encontrar el juicio más justo, de acuerdo a sus propios recursos
sobre posibilidades futuras.
La memoria en ambos casos es la
misma en su capacidad, pero obviamente
distinta en su desarrollo. Las memorias iluminadas de los “superdotados” mal
llamados genios, suelen ser muy limpias en el tipo de información que los
caracteriza, por ejemplo: Stephen William Hawking en física, Daniel Tammet, joven con
extraordinaria memoria y habilidad para las matemáticas. Johann Carl Friedrich
Gauss, y Grigori Perelman en matemáticas.
Miguel Angel, Rodin y Gian Lorenzo Bernini en escultura, Franz Liszt en
piano. Diego Velázquez en pintura etc. Curiosamente la superdotación se tiende
a asociar con el ejercicio de la memoria o de las habilidades físicas. El resto de los superdotados en otras áreas
parece no tener el impacto de los antes dichos, por ejemplo: Michel de
Notre-Dame, “Nostradamus” no se
considera un superdotado en
espiritualidad porque sus presunciones son
indemostrables, a pesar de que en algunos casos coincidan.
La memoria
humana contiene la facilidad de ser
evocada a voluntad, en cualquier momento y en cualquier lugar. No tiene
límites más allá del recuerdo. Y para recordar un dato, este, debe haber sido
reconocido consciente, clara y precisamente. En otras palabras, ha debido ser
un dato necesario, justo y completamente
fidedigno. Necesario es todo aquello que se debe, o se siente que se debe
conocer. El primer requisito para el reforzamiento de la memoria es concentrarse
en lo que se debe por sentirse necesario. Esa actitud va a depender del tipo de
exigencias personales del intelecto que desee madurar. El segundo requisito es el reconocimiento de
la significación que justifica esa necesidad o deber, el reconocimiento de la
razón que lo declara necesario y en tercer lugar, la conversión o la
transformación de la información en imagen. Cuando la imagen coincide con la
justa razón que declara necesario ese deber, y se es consciente de su realidad,
esa imagen grabada en la memoria, puede ser usada como prototipo, o noción
comparativa para evaluar nuevos conocimientos y emitir juicios justos.
El desarrollo de
una memoria se debe a la veracidad y certeza de la información reservada en
ella.
La inteligencia
es la capacidad de almacenar y evocar datos de interés que sirven para resolver
problemas, solucionar errores y restaurar daños. Los daños, los problemas y los
errores no se solucionan con juicios incomprensibles, ofrecimientos
inadecuados, o razones sin fundamento.
PRIMERA PARTE
SECCIÓN I
Relación entre la
Naturaleza de la Creación y los objetos
creados por la Naturaleza.
Crear implica varias cosas, por un lado, involucra un
proceso y por otro lado, se establecen estructuras de consecución del proyecto pretendido.
Al crear se espera algo existente ya en la pretensión. La
idea de lo esperado existe como pretensión, antes de lo pretendido. De ese modo
puede reconocerse válido el proyecto. De no contenerse, no se podría reconocer.
Si ya se contiene lo esperado en idea, podemos afirmar que lo pretendido en
imagen, es la transformación de un contenido ideado. Lo que denota que entre
causa y consecuencia, entre a priori y a posteriori, existe un dar y responder cooperativos
en la construcción de lo ideado. Estos aspectos coparticipes de la creación
deben ser debidamente analizados para el
reconocimiento de los procesos de transformación y desarrollo de la creatividad
humana.
Todo lo creado es …
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